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Hay que estar atentos a los cambios del viento y anticiparlos. También la intensidad de la lluvia es un factor a considerar, además de los espacios por donde se camina . A veces, por mas que uno se enfurece, algunas gotas logran resbalar por tu rostro. La lluvia arrecia y el viento se arremolina ensañándose contra uno. Entonces, el paraguas se vuelve frágil, inútil, y lo dejas ir, como el recuerdo de una mala noche, y en cambio miras al cielo y agradeces que la lluvia se lleve también tu pena.
Sergio Vega Ortega.
Querida Francisca
ResponderEliminarCreo que eres la primer del curso en mostrar que ya tiene dos publicaciones en su cuaderno digital ¡Estupendo! Cuando estemos en la sala de computación recuérdame que debo hacerte dos pequeñas sugerencias en este texto, nada complicado, pero debo estar contigo para explicarte. Gracias por tu interesante cuaderno.
prof. Benedicto
ok mister muchas gracias
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